dimecres, 26 de gener del 2011

Me cuesta tanto olvidarte

Cómo me cuesta olvidar a la promotora que construyó nuestro edificio de tres pisos y un local. Ojalá lea mi bloc ya que no lee los burofax y hace caso omiso a los requerimientos legales que van a morir a buzones fantasma.

Si me lee, la bomba de agua se ha estropeado tres veces gracias a que a su amigo instalador colegiado técnico no le tembló la mano al instalarnos unos motores potencialmente impotentes. Bien, parece que vamos a tener no que reparar la bomba, sino cambiar todo el sistema de engranjes, motores y sistema de motor auxiliar.

Si me lee, aún no hemos estrenado el ascensor: máquina impecable, de suspensión lenta, valorado en 15.000 € y que el Departament d'Indústria de la Generalitat tuvo que inutilizar ya que el elevador ni estaba registrado ni reunía las características técnicas. Qué plan más bien urdido, más bien trazado: pagar un ascensor a través de pagarés distraídos ... y dejar medio pagado el ascensor. Genial idea, pero recuerdo que el ascensor no está al corriente de pago.

Si me lee, dos semanas tuvimos en jaque a nuestros vecinos porque resbalaban al pasar por la acera de nuestro edificio. ¿Que qué pasó? Fácil, los restos del líquido desatascante de un desatasco dantesco del que salieron restos de obra insertados en una de las tuberías que conectan los bajantes hicieron caer a más de un transeúnte.

Si me lee, no creo que dar una capa de minio a las barandillas fuera a robar mucho tiempo a los obreros ni tuviera un coste excesivo. Se habría evitado la corrosión de toda superficie de hierro.

(Nota al pie: nótese que la última frase és impersonal; el verbo es impersonal. 
Es impersonal porque la promotora ya no consta en ningún registro mercantil, cambia el empadronamiento a su antojo y está en quiebra y es insolvente ...  ergo ¿estoy culpando a alguien?)

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